La obra, proyectada y dirigida en 1994 por Aleix Reynés, tiene como condicionante fundamental su emplazamiento, en primera línea de la ciudad. El protagonismo se cede a los vacíos y no a los elementos constructivos: es la sombra producida por las profundas terrazas delimitadas por los voladizos de hormigón blanco la que define el proyecto pese a que las posteriores reformas interiores de las viviendas adelantando el cerramiento de las terrazas han ido alterando esta idea inicial.
En las plantas superiores la vista alcanza toda la Bahía de Palma. Las terrazas cubiertas que protegen del fuerte asoleo, junto con la brisa del mar, crea espacios idóneos para comer, leer, hablar, y disfrutar.